Catalina Cruz es una mujer latina, colombiana e inmigrante que estuvo indocumentada hasta hace unos años. Catalina estudió derecho, alternó la academia con trabajo, ha defendido durante una década a la comunidad hispana y hoy en día es una de las precandidatas a la Asamblea de Nueva York.
Su postulación sonaría normal si no fuera porque estamos en la era Trump y ella reúne en un solo paquete todo lo que la actual administración ha atacado. Si gana sería, además, la primera colombiana en ocupar este cargo.
Ella se define como una “dreamer”, aunque no fue beneficiaria directa del programa Daca (The Deferred Action for Childhood Arrivals), su historia es la misma de la de cientos de jóvenes que llegaron a este país cuando eran unos niños. Por esta razón su candidatura y posible cargo en la Asamblea promete impulsar el Dream Act estatal, que abriría una nueva posibilidad a los “dreamers” de permanecer en Estados Unidos de una manera digna.
Catalina habló con EL BORDE sobre su sueño de seguir traspasando fronteras.
¿Cómo llegó a los Estados Unidos?
Llegué el 7 de noviembre de 1992, cuando yo tenía 9 años. Me vine con mi mamá, llegamos de Medellín a vivir en Queens, Nueva York. Nos quedamos indocumentadas y así vivimos alrededor de 12 años. Nos tocó muy dificil. Mi mamá era asistente de enfermería en Colombia y acá lidió con todo tipo de oficios desde repartir volantes, limpiar casas, vender empanadas, etc. Hacíamos lo que fuera por poder pagar el alquiler y poner comida en la mesa.
Vivieron como muchos inmigrantes…
Vivimos como indocumentadas hasta que vimos la oportunidad de conseguir los papeles. Yo me volví residente. Pero llegar allá fue muy duro, tuvimos que pagar muchas injusticias. A mi mamá le robaron la plata, la echaron sin pagarle lo que le debían, una vez se accidentó en un trabajo y actualmente vive con una lesión en su mano. Fuimos víctimas de notarios falsos. Nos robaron. Vivimos muchas injusticias.

Catalina y su mamá llegaron a Nueva York con el deseo de tener una vida mejor.
¿Eso la impulsó a estudiar derecho?
Apliqué como dreamer y pude estudiar psicología forense. Me tocaba trabajar y estudiar. Al final de esa carrera tuve la posibilidad de volverme residente y durante esa época conocí a un abogado que me representó gratuitamente y me demostró lo que es trabajar por la comunidad. Yo era de las que pensaba “el día que consiga papeles me voy a volver policía o psicóloga” pero cuando conocí a este abogado decidí estudiar derecho y me especialicé en migración. Representé personas con asilo político y orden de deportación. Me gradué y trabajé defendiendo inquilinos víctimas de caseros inescrupulosos y luego me fui al Departamento de Trabajo e investigué todo lo concerniente al tráfico laboral. Fui parte del Consejo Municipal donde seguí de cerca el tema de arrestos por parte de las autoridades migratorias. Pasé a trabajar con el Gobernador Andrew Cuomo y manejé el proyecto de denuncia sobre las inmigrantes explotadas en los salones de uñas, del que se publicó el exposé en The New York Times (“un trabajo tan duro como las uñas”).
¿En qué momento decide lanzarse?
De la oficina del Gobernador pasé a trabajar con la concejal Julissa Ferreras. Ella renunció y el asambleista del distrito la reemplazó, entonces, quedó esa vacante libre y me hicieron la propuesta.
¿Trump fue un impulso para hacer política?
Yo siempre luchaba por la comunidad tras bastidores porque a uno le enseñan que uno no debe hablar de su estatus migratorio porque hay miedo. Tengo una ahijada con Daca y el día de las elecciones presidenciales apenas amunciaron que Donald Trump ganó, yo la llamé y le dije: pásame todos los papeles, yo no quiero que te deporten y yo quiero ser tu guardián legal y me dice «deja de ser exagerada» solo sigue peleando por nosotros y cuando decidí lanzarme ella me dijo que esta era una forma de pelear.
¿Qué puede hacer la Asamblea por los dreamers?
Un asamblea ayuda a pasar el presupuesto estatal y ayuda a legislar. El asambleísta que que tuvo el lugar al que yo aspiro introdujo el Dream Act estatal. Nadie puede impulsarlo con más ganas que alguien como yo que en su momento se hubiera beneficiado de un proyecto como este.

Dreamers y género son los temas de interés de Catalina.
¿Falta voluntad política para que el Dream Act se apruebe en el Estado?
Si hablamos del Dream Act federal yo creo que hay voluntad de parte de los demócratas pero necesitamos más porque nos prometen cosas pero al final del día quedamos sin nada. Existe la voluntad de conversar pero tienen que dejar el miedo porque esto no es política esto es algo de humanidad. Lo único que queremos es vivir sin miedo. Más de un millon de jóvenes lo único que están pidiendo es que les den la oportunidad de estudiar y contribuir a la comunidad. Esto no es de documentado o indocumentado esto se trata del derecho al acceso a la educación.