«A las mujeres ya no se les puede decir nada»

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No. Nunca se debió permitir que las mujeres fueramos un objeto pasivo de comentarios, tareas y roles asignados para un mundo de hombres, para que ellos mandaran y fueran dueños del espacio público y privado.

2017 fue un año revelador para el feminismo, la lucha de años alcanzó de nuevo la reacción de grandes poderes, en esta ocasión, la industria del entretenimiento y con esto la creación de movimientos como Me Too y Time’s up.

La atención que los medios mundiales dieron a las denuncias de personajes del espectáculo desencadenó que personalidades en la escena local de varios países decidieran hacer públicos sus casos.

Las violaciones, el acoso y la violencia ahora son asunto de primera plana cuando en muchas ocasiones no salían de la sala de la casa o del pasillo de la oficina, sin embargo, esta ola de noticias, más que generar la preocupación por la urgencia de la igualdad de género ha revelado como muchas personas aún creen que, como derecho, las mujeres deberíamos dejarnos decir cosas sin exagerar y autoconvencernos que es un cumplido y no el intento de un sujeto de tomar autoridad sobre nuestro cuerpo.

Pareciera que decir en voz alta: a  mi también me violaron, mi jefe es un acosador, mi exnovio me pegó, hastiara a las personas.Todos se sienten con derecho a opinar, que por qué no denunciaron antes, que por qué se quedó en silencio, que por qué lo dijo tan duro, que entonces ahora cualquiera va a salir a decir que la violaron.

Detrás de todo esto aún está el pensamiento machista de, ante todo, pensar que la mujer es victimaria. Somos siempre la Eva que le dio la manzana a Adán.

Es justo con tantos años de opresión a la palabra de las mujeres que se haga todo el eco necesario sus voces enfrentando el machismo. No todas tienen la obligación de contar lo que han sufrido pero con las historias que estamos leyendo  y oyendo a diario podemos decir que muchas se pueden sentir sanadas, menos solas o que muchas empiezan a conocer que tienen derecho a decir no.

A veces siento que esa rabia y ‘pataleta’ de muchos hombres es ese miedo a oír y a enfrentar que han fallado, que lo han hecho, y que no quieren perder ese lugar seguro, donde sin importar qué clase de persona sean siempre se van a sentir importantes: «sus mujeres».

Imagino que algunos al saber que ya no pueden acosar a las mujeres que los rodean, se atormentarán intentando otras forma de vociferar que son machos.  Porque el machismo sí merece ser gritado.

El sábado 20 de enero fue la segunda versión de la Marcha de las Mujeres en Estados Unidos. Hombres, niñas, mujeres, personas de la tercera edad salieron a manifestar su simpatía con el movimiento feminista. En esa multitud todos teníamos algo en común a parte de querer estar ahí, todos habíamos sido machistas, todos a veces recaemos en el machismo pero reconocemos que el tiempo es ahora y que si queremos una sociedad un poco mejor debemos entender que lo primero que debemos defender es la igualdad de género, algo básico.

Si seguimos gritando, habrá un día en el que ya no se nos diga cómo actuar, cómo marchar, qué nos debe doler, qué bailar, cómo hacer nuestras denuncias, cómo vestir, cómo divertirnos, cómo pedir respeto, cómo pensar, cómo ser buenas madres, hijas, esposas etc.

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About Author

Periodista colombiana. Durante más de tres años trabajó en las redacciones políticas de algunos de los medios más importantes de Colombia como El Tiempo y Colprensa. Actualmente vive entre Nueva York y Bogotá y es una de las creadoras de El Borde. Su trabajo es informar sobre los derechos humanos y hacer un periodismo con enfoque social y comunitario. “Este portal invita no solo a informarnos sino a cruzar nuestros límites mentales y las fronteras de la indiferencia”

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