Minca, una población cercana a la ciudad de Santa Marta (Magdalena) en Colombia, tendrá en marzo un teatro en medio de la montaña. Este espacio que se está construyendo bajo las técnicas de la bioarquitectura será la sede del grupo Cenit.
Luego de 15 años trabajando entre Italia y Colombia con refugiados víctimas de tortura, comunidades afro e indígenas, Nube Sandoval y Bernardo Rey, los creadores de Cenit, retornaron a Colombia para hacer un sueño que desde hace años tenían en mente.
Arte Natura, como se llama este proyecto, alojará a la comunidad, a artistas y a personas interesadas en conocer sobre la teoría del “Teatro como puente”, una metodología que motiva a cruzar fronteras emocionales y físicas.
Desde Minca, Nube Sandoval habló vía Skype con EL BORDE sobre las expectativas de este proyecto y los aportes que necesitan para poder ponerlo en marcha.
¿Cómo ha sido el retorno a Colombia?
Estuvimos 15 años en Italia. 11 dirigiendo el proyecto de rehabilitación psicosocial a través del teatro para refugiados víctimas de tortura. Esta experiencia tuvo mucha acogida en distintos escenarios, en el público, en la crítica y en varias organizaciones que se ocupan de estos temas, lo que hizo que llegara a ser de conocimiento del Ministerio de Cultura colombiano. Esto nos llevó a trabajar con personas del Chocó desde el 2013 al 2015. Volver a Colombia ha sido muy significativo, era algo que anhelábamos desde hace mucho. Adoramos Italia pero nos hacía falta el país y está el sueño de poner el práctica acá lo que desarrollamos en Europa.
¿De qué manera inicia Arte Natura?
Tenemos esta tierra hace un tiempo y decidimos que es el momento de crear acá en Colombia la sede del “Teatro como puente”. Iniciamos el año pasado y lo hemos construido con una visión integral de distintas disciplinas. Lo estamos haciendo con técnicas de bioarquitectura, con productos naturales como la guadua y el bareque. Nos ha asesorado la arquitecta Lucía Garzón, experta en el tema.
¿Cuál es el objetivo de este proyecto?
El Caribe colombiano fue una zona muy golpeada por la guerra. Tiene historias muy duras y nosotros tenemos un nexo muy fuerte con este lugar. Desde nuestra experiencia en Italia, donde trabajamos con refugiados de distintos países, que no se conocían entre sí y que tenían en común únicamente el hecho de ser víctimas, podemos decir que el teatro activa procesos de resiliencia con resultados que se pueden ver de manera rápida y eficaz.

Teatro cenit.
La idea también es aportar al posconflicto…
Para nosotros fue una fortuna encontrarnos con el Consejo Italiano para los Refugiados, que es una organización que entendió que a través del arte se pueden lograr transformaciones. El arte es un medio y un gran aliado en un procesos de rehabilitación e integración social. Hoy en día, en estos momentos de odio, de racismo y violencia necesitamos espacios de integración.
¿Cómo han hecho de este espacio algo sostenible?
Todo lo hemos hecho con productos de la tierra y eso implica un bajo costo. Acá haremos talleres de teatro, muestras artísticas y vamos a formar a formadores para poder transmitir esta metodología. Queremos que se acerquen todas las personas que trabajan con víctimas y que quieran tener una relación especial con las personas con las que tienen contacto. Para todos hay espacio. Tenemos dormitorio hasta para 16 personas, cocina comedor, maloka teatro para los talleres bajo techo y un anfiteatro natural a para 200 personas. En general todo cuesta 20 mil euros y aunque ya recibimos donaciones importantes el crowdfunding sigue abierto.