Un día en Colombia luego de salir de una muy buena rumba gay, llegamos con mis amigos a otro bar donde habían hombres heterosexuales. Yo iba con dos hombres gays. De repente, de manera accidental, uno de ellos rozó a uno de los heterosexuales que estaban allí. El hombre macho hetero se enfadó porque un “marica” lo estaba tocando.
Se justificaba diciendo que no tenía problemas con los hombres gays desde que ellos no “se metieran con él”. El incidente no pasó a mayores y no hubo ningún enfrentamiento, entre otras cosas porque a los hombres gay nunca se les pasó por la cabeza tocar o acosar al tipo.
Sentí rabia y claramente lástima. Lástima de que él no tuviera un amigo o una amiga gay cercana, lástima de que nunca hubiera “mariqueado”, bailado con un gay, lástima de que siga siendo prisionero de su mundo de macho.
En estos días en Colombia se discute sobre un referendo que defiende que únicamente las parejas conformadas por hombre y mujer pueden adoptar. Es un claro ejemplo de la discriminación y homofobia.
Me preguntaba quiénes, aparte de los políticos conservadores y las iglesias, apoyan este referendo. A quién le sigue pareciendo brillante la idea de defender una única estructura de familia, sin embargo, caí en cuenta que era al tipo de personas que sienten que todos los gays los van a tocar, los van a afectar, les van a “homosexualizar” los niños a los que no tienen la voluntad de cuidar ni proteger.
Les afecta la libertad fuera del machismo, les duele que la gente pueda tocarse y amarse fuera de lo heteronormal aunque, en su interior, se mueran por explorar. Pasa en las relaciones heterosexuales, donde su dolor es encontrarse con mujeres que se independizan y no esperan ser conquistadas.
Quieren que el modelo de familia y del mundo siga siendo el del hombre dominante y la mujer dominada, así la monstruosa realidad nos diga todos los días que este es un prototipo fracasado, antiguo, disfuncional y violento.
Los hombres heterosexuales creen que los van a violentar, creen que los hombres gay van a hacer con ellos lo que muchos heterosuexuales hacen los las mujeres: tocarlas sin consentimiento.
Muchas personas no dicen que no toleran el mundo gay, su “los respeto pero que no se metan conmigo” es homofobia, es violencia. Esta discriminación motiva casi 600 crímenes de odio contra personas Lgbti al año en América Latina, según la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (Cear).
Este silencio de muchos que miran pero no se dejan tocar de lo gay, es el que alimenta la popularidad de los líderes que con el mayor cinismo del mundo salen a abogar por los derechos de los niños. Políticos que se roban dinero que podría invertirse en bienestar e iglesias que promueven modelos machistas y que además han cometido violaciones sistemáticas contra la niñez.
No más tolerancia hipócrita. No más machismo y homofobia disfrazada de falsos respetos. Crucen su borde. No se queden en la frontera de machos que pueden tocar mujeres pero que no se dejan rozar de la libertad. Desafíen su hombría.