«Los cubanos también migramos por amor»

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«Que difícil es que tantas leyes rompan sentimientos, que difícil es regresar», esta es unas de las frases de Oda a Cuba, la canción que compuso Alejandro Bermúdez, cuando en agosto de 2016 la Embajada de Cuba en Colombia le negó la entrada a la isla.

Alejandro llegó en 2014 a Sopó, un pueblo colombiano ubicado a 40 minutos de Bogotá. Al contrario de muchos de sus compatriotas, a él no lo motivó el sueño americano o una razón económica para salir de su  país, él viajó por amor.

La historia de su matrimonio con una colombiana parece sacada de un bolero cubano, de un Contigo en en la distancia, canción de César Portillo, que fue vital en la trayectoria musical de Alejandro y que se convirtió en un resumen de su romance con Jenny Araque, su esposa.

A ella la conoció a principios de 2013 cuando Jenny se encontraba de paseo en la ciudad de Santa Clara con unos amigos, entre ellos, el exdirector artístico de Alejandro en la academia que lo formó como músico. Por él se conocieron.

A la noche siguiente de ese primer encuentro, Alejandro tuvo un concierto de trova cubana. Ahí nació el amor. Jenny también cantaba y esa noche, en compañía del ron y la mágica isla, su amor por la música los unió.

«Al otro día, en la mañana, llegué donde ella se estaba quedando y le di una serenata con una canción que se llama Mariposita de papel. Lo que nos pasó fue especial», recuerda este cubano de 29 años.

Serenata de Alejandro a Jenny en Santa Clara (Cuba). Foto: Facebook

Ella se fue ese día para otra ciudad y en menos de una semana volvió a Colombia, donde alternaba su trabajo como webmaster con el canto.

Para muchos cubanos, el matrimonio con alguien de otro país se convierte en una «excusa» para salir de la Isla pero no era el caso de este músico quien inició con la cantante una relación de lejos con el único objetivo de mantener el cariño que se había profesado en menos de 24 horas.

«Yo hacía de todo para que nos comunicáramos. Me tocaba pagar a alguien con Internet para enviar correos y fotos. Había ocasiones que no nos podíamos hablar en una semana», agrega.

Ella volvió y pasó la prueba de fuego, pues se fue con él y el grupo del cual hacia parte de gira por Cuba. El amor era real según narra el músico.

A Alejandro no se le había pasado por la cabeza salir del país, pese a que el tema de salir de la isla es una constante por la situación política y económica. Antes de conocer a Jenny, el mundo de afuera solo le causaba curiosidad por la cantidad de música a la que quería acceder pero no podía por las restricciones de información impuestas desde el Gobierno.

«En Cuba siempre hay alguien que tiene el privilegio de la información. Yo le pedía favores a algunos profesores para que me descargaran música. Me gustaba mucho el género gospel pero quería conocer más, quería explorar mi propia músca», afirma.

Pasaron muchos meses en una relación de lejos, ambos oyendo Contigo en la distancia y Mariposita de papel. Entre correos y llamadas llenas de sentimientos ambos tomaron la decisión de casarse.

Alejandro y Jenny eligieron Trinidad para sellar su amor. Foto: Facebook

En mayo de 2014 realizaron su matrimonio pero ella no se quedó en Cuba y él tampoco viajó porque tenía que gestionar unos documentos. Todo se complicó con los trámites y Alejandro tomó la decisión de salir del país por Venezuela.

«Yo tenía una gira en Venezuela y allí era más fácil cruzar porque los papeles de legalización del matrimonio me los demoraban. Yo ya estaba casado y tenía que estar con mi esposa», recuerda.

Sin conocer Caracas, la capital venezolana, Alejandro salió en busca del terminal para tomar un bus hasta San Cristóbal, ciudad ubicada en la frontera con Colombia. Un ciudadano le indicó donde quedaba el terminal y él llegó.

«Los buses paraban muy cerca del hotel donde me estaba quedando con la banda musical. Fueron horas eternas pensando en el riesgo que corría si se daban cuenta que iba a desertar», afirma.

No llevó sus maletas, solo lo básico para no levantar sospechas. El bus hacia San Cristóbal llegó casi dos horas después y ahí se alejó de su banda.

Cuando llegó a San Cristóbal un amigo lo esperaba y ahí llamó a su mamá, quien no sabía que su hijo no regresaría a Cuba. Eso es lo que más lo afectó: su mamá y su abuela, a quienes les profesa un amor profundo.

Con las emociones al extremo, Alejandro se subió al carro de su amigo y cruzaron. «Las fronteras están en la cabeza. Yo me imaginaba de todo en el cruce de Venezuela a Colombia pero nada pasó», asegura.

Luego de un largo viaje en bus llegó a Sopó a iniciar su nueva vida. En este pueblo no solo tenía a Jenny también a un grupo de amigos cubanos que tenían su grupo teatral. Alejo se involucró rápido y empezó a ganarse la vida en oficios que iban desde imitar a Elvys Presley hasta repetir el repertorio de música cubana que se oye en el mundo, pero los tramites volvieron a aparecer.

Un día fue a Migración Colombia para legalizar su situación, sin embargo, esa tarde le dieron 15 días para salir del país porque su entrada había sido irregular. Insistió y dio con una abogada que logró extenderle el permiso y que argumentó que él debía permanecer en Colombia por el derecho a la unidad familiar, pues su esposa estaba en el país.

La felicidad de obtener el documento lo puso a pensar inmediatamente en Cuba ya que si dejaba pasar dos años desde que se fue perdía los derechos como ciudadano en la isla.

«Quería ver a mi familia, oír mi música pero hice los trámites y un día en un correo muy escueto me negaron la entrada. Tengo que esperar un año para volver a aplicar», dice mientras sus ojos verdes empiezan a brillar de nostalgia.

Ese día le dio rabia con las normas de su país, hasta pensó que era injusto que guerrilleros de Colombia entraran sin problema a Cuba. Pensó de todo, pero en la casa artística de Espacio Teatral, el grupo del que hace parte en Sopó, se consoló con un tinto y un cigarrillo, y escribió Oda a Cuba.

«Esta canción tiene de todo: rabia, amor, y sentimiento de añoranza», explica Alejandro, quien la canta con la esperanza de volver.

Sus cantos se han convertido en una manera de sentir a Cuba cerca y de criticar las difíciles leyes que aún tiene su país y es que pese a que Estados Unidos levantó el embargo, la gente quiere seguir saliendo.

 «Unos por  satisfacción, otros por la situación y yo vine por amor, ¿dime si hice algo mal?», canta Alejandro.

Por ahora disfruta de la presencia de su mamá, quien vino de visita y sigue explorando su música con la agrupación Coluba, que montó con su esposa y otros músicos. Suenan a caribe, a alegría y sobretodo, a amor.

Él extraña la comida, sus amigos, el ambiente para componer. Él es orgulloso de ser cubano y ama su patria aunque por ahora esté condenado a estar  con ella a la distancia.

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About Author

Periodista colombiana. Durante más de tres años trabajó en las redacciones políticas de algunos de los medios más importantes de Colombia como El Tiempo y Colprensa. Actualmente vive entre Nueva York y Bogotá y es una de las creadoras de El Borde. Su trabajo es informar sobre los derechos humanos y hacer un periodismo con enfoque social y comunitario. “Este portal invita no solo a informarnos sino a cruzar nuestros límites mentales y las fronteras de la indiferencia”

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