Nemecio Rodríguez aparenta más años de los que tiene. A simple vista no parece de 26, sin embargo, cuando se ríe deja entrever un gesto de ternura pese a que su juventud y niñez se quedaron México hace 12 años cuando decidió cruzar solo la frontera con el objetivo de mantener desde los Estados Unidos a su familia.
Originario del Estado de Guerrero al suroeste mexicano, Nemecio estuvo siempre marcado por el sueño americano. Sus papás, quienes son de familia campesina, viajaron a Nueva York y lo dejaron a él y a su hermana al cuidado de sus abuelos, en México.
“Yo siempre escuchaba que mis papás trabajaban por nosotros pero nunca los vi. Ellos solo mandaban plata”, recuerda.
La capital del mundo no favoreció con suerte a los Rodríguez y pronto regresaron a México a dedicarse a los oficios del campo. Años después, la familia había aumentado su número de integrantes y pasaron de tener dos a cinco hijos, con lo cual la situación económica se complicó.
Para Nemecio era normal oír hablar de “los primos de Nueva York”, quienes ya dominaban el inglés y mandaban plata de vez en cuando. “Para nosotros era común soñar con que algún día cruzar la frontera nos diera mejor vida”, dice.
La precaria situación económica que vivían y la idea de hacer dinero rápido, no fueron los principales motivos que lo llevaron a tomar la decisión de cruzar la frontera. Fue su padre la principal razón y, aunque le cuesta llegar a esa afirmación, cuenta que un día su papá intentó “alzarle” la mano y él perdió la compostura.
“Yo no me iba a dejar tratar mal y además yo soy el hermano mayor y la familia estaba muy mal, entonces no lo pensé mucho y me vine”, dice.
Nadie lo detuvo. Llamó a un tío que es “pollero”, como se le conoce a quienes ayudan a otros a atravesar la frontera, y cruzó. No tuvo problemas porque su tío era uno de los “duros” en el paso fronterizo.
No sabía inglés y se defendía a medias con la lectura y la escritura en español, pues abandonó la escuela cuando era niño. Llegó a Nueva York a vivir con sus primos, de inmediato se puso a trabajar y desde ese año (2005) no ha parado.

La especialidad de Nemecio es la comida mexicana y de mar.
“Llevo 12 años en las cocinas de Nueva York pero con eso he mantenido a mi familia, mis cinco hermanos”, dice con orgullo. El fruto más grande de sus jornadas de casi 16 horas diarias es una de sus hermanas quien ya casi se gradúa como contadora.
“Su carrera se la pagué yo. Otra si me defraudó porque quedó embarazada y pues también pagándole un tratamiento a mi hermano que está perdiendo la vista de un ojo”, confirma con voz fuerte y los ojos brillantes, como el de un papá que cumple con su deber como de nostalgia por no ver a los suyos. Ambos sentimientos se mezclan.
Nemecio asumió esta posición porque considera que el ser el mayor le daba un compromiso y porque quiere que su familia tenga una vida mejor así la de él solo esté dedicada al trabajo, a cocinar de día y de noche todos los días de la semana.
Curiosamente repitió, en parte, la historia de sus papás, quienes se manifestaban con dinero y no con compañía en su infancia, sin embargo, insiste en que si no hubiera sido por él sus hermanos no hubieran podido ir a la escuela.
Manda 2 mil dólares mensuales y con eso también ayuda con los gastos de sus abuelos, a quienes también considera como sus papás. No piensa regresar por ahora a México y dice que si se devuelve o lo deportan, porque no ha legalizado sus papeles, podría montar un restaurante aprovechando que su hermana es contadora.
“Allá podría tener algo propio y nadie me vigilaría, pero por ahora tengo que seguir apoyando a mis hermanos”, insiste.
No sabe si quiere tener familia pronto. Sigue viviendo con algunos de sus primos y dice que a veces contempla la posibilidad de estudiar pero no sabe si pueda porque no recuerda cuándo fue la última vez que estuvo en un salón de clases, es más, su inglés es el llamado “inglés de cocina”, pues ahí ha pasado gran parte de su vida.
De México recuerda el campo pero ya no extraña nada. Tampoco se siente estadounidense. “Si no tuviera la necesidad de estar en este país, estaría en México”, concluye.